Cuando hablamos de espacios naturales o construidos por el hombre, inmediatamente entra en juego el vacío. Este se entiende como aquella materia que no se toca y que permite vivir la experiencia del habitar.
La fotografía del artista Simone Bossi, narra las cualidades del espacio creando atmósferas que permiten una nueva lectura sobre el vacío.
Su trabajo, a través de lo intangible, nos interpela y traslada a nuestras vivencias personales y subjetivas. Este evoca una sutileza y calidez que despierta los sentidos, impulsándonos a la reflexión a través de un descubrimiento de lo sublime. Su visión invita a la contemplación, transformando así, lo ordinario en algo extraordinario. Con esto logra una suerte de conquista del espacio.
Martita Vial (MV): ¿Qué es para ti captar la experiencia del vacío?
Simone Bossi (SB): El peso del vacío es lo que me interesa. Siempre me ha fascinado la idea de que el vacío nunca es vacío, si lo miras con insistencia, sino el espacio donde la vida y las emociones pueden proyectarse. Al acercarme cada vez más a su esencia, intento revelar algo que siento pero aún no soy capaz de definir. De esta manera, la vacuidad me ayuda a activar un proceso introspectivo que entenderé, si es necesario, solo más adelante: en el futuro. Compartir esta experiencia representa solo una de las infinitas posibilidades de manifestarse, diferente para cada uno de nosotros. Me gusta pensar que no hay necesidad de definir la idea de vacío. Lo que veo es algo poco claro y, por lo tanto, lo suficientemente abierto como para dejar en los otros ojos lo que necesitan ver. El vacío, de pronto, se vuelve extremadamente poderoso y una fotografía se convierte en el comienzo de una relación entre yo, el espacio y el espectador: un tipo de relación que fluirá en cualquier dirección personal e impredecible.
MV: ¿Cómo produces ese approach para lograr delimitar el vacío?
SB:
El espacio es el espacio, una fotografía de ese espacio es otra cosa. Estar ahí o verlo a través de los ojos de otra persona son experiencias muy diferentes, ambas extremadamente subjetivas. Nuestro origen, nuestra cultura, nuestro imaginario e incluso nuestra infancia hacen que todo sea diferente y especial. Como he aprendido a mi manera, vemos solo lo que sabemos y, en consecuencia, vemos lo que somos de manera inconsciente, hasta que alcanzamos el siguiente nivel. Más que limitar, diría que prefiero decidir qué no limitar en una fotografía, qué evitar que se consuma, qué no es necesario decir. Para el espectador, el espacio probablemente no será el espacio real, pero si soy lo suficientemente bueno, será aún más su propio espacio mágico.
MV: ¿Cómo logras transmitir un recorrido visual que refleje tu experiencia en la obra arquitectónica?
SB: Nunca me ha interesado la imagen única, icónica y espectacular de la arquitectura. Aprecio más la tranquilidad que hay detrás de un trabajo lento en serie o, mejor dicho, secuencias. Cuando me acerco a un espacio tengo el privilegio de caminar a una velocidad extremadamente reducida. Como dijiste, eventualmente, es más como un camino lento donde gradualmente descubrí un espacio, sintiendo cada pequeño paso que doy y cualquier pequeña variación de la luz. Estoy tratando de fotografiar más lo que siento que lo que veo, centrándome en las reacciones de mi cuerpo y mente durante esta intensa sesión. Además, mi estado mental y mi estado de ánimo juegan un papel importante: si estoy nostálgico o inseguro o simplemente mi sentido de la estética todavía está buscando el momento en el que coincido con el espacio, esto se reflejará en lo que estoy haciendo e influirá en mi dirección. Al final, hay un camino tan intenso de intimidad en un escenario arquitectónico y la fotografía es solo la consecuencia de este.
MV: ¿Cómo presentas al cuerpo humano dentro de este vacío? (Exterior o Interior)
SB: Aunque en mis imágenes a menudo se evita la figura humana, intento intensificar su presencia a través de su ausencia. Al trabajar sobre la sensación de estar ahí, se pretende dar directamente al espectador la opción de continuar y parcialmente completar con su propia presencia humana el vacío dejado por la aparente ausencia.
MV: ¿Cuáles son tus intenciones al momento de recorrer una obra?
SB:
No lo sé y me gusta este hecho. Pero sí sé, al menos, cuáles no son mis intenciones: no quiero ser objetivo. Nunca me ha interesado describir un proyecto para mostrar cómo es en términos de construcción o lo que sea. Creo que la pretensión de ser objetivo es simplemente imposible. Acepto el hecho de que una fotografía para mí comienza a ser subjetiva en el momento preciso en que decido presionar el obturador. Siempre es una versión filtrada de la realidad, una comprensión que se convierte en interpretación, que a veces pasa por algo que no podemos controlar o definir necesariamente. No busco ninguna respuesta definitiva: a veces las revelaciones tienen sus luces y sus sombras al mismo tiempo y si tengo la suerte estaré (solo) cerca de ellas.
MV: A través de tu trabajo como artista, ¿Cómo re-interpretas el espacio?
SB: Veo el espacio como una serie fragmentada de momentos. A través de la recomposición de estas piezas, intento construir una relación entre la memoria y el tiempo revelando todas esas pequeñas cosas mágicas que convierten un lugar en un espacio. Me gusta pensar sobre qué cosas pueden introducir nuevas raíces en nuestro imaginario y cómo lo hacen. Estos momentos de reconstrucción poco clara serán la idea más cercana de ese espacio específico dentro de cada uno de nosotros.
